21/04/201611/09/2016
«Mural». Jackson Pollock. Energía hecha visible
De más de dos metros de alto por seis de largo (242,9 x 603,9 cm) Mural fue la respuesta de Jackson Pollock a un encargo de la galerista y coleccionista Peggy Guggenheim, quien deseaba una obra para su residencia que, a la vez, subrayara su apoyo a los jóvenes artistas americanos que había comenzado a mostrar en su galería. El encargo se formalizó en julio de 1943 y el resultado es una obra clave en el desarrollo del arte moderno norteamericano por una combinación única entre la energía de su pincelada, la libertad de los trazos, el tamaño del lienzo y una singular abstracción en la que deja espacio para una sugerencia abierta de formas. A propósito del tema, Pollock indicaría años más tarde: “Es una estampida... […] Cada animal en el oeste americano, vacas y caballos y antílopes y búfalos, todos a la carga a través de la maldita superficie”.
La visión de Pollock puede deberse al recuerdo de su infancia en el Oeste Americano y aunque las formas pueden adivinarse, el primer impacto es el de abstracción y libertad frente a las restricciones impuestas por las figuras. La tremenda energía que Pollock proyectó en Mural y la gran escala empleada abrieron horizontes desconocidos hasta entonces en su obra y en la de otros artistas norteamericanos que empezaban a experimentar con nuevas formas de pintura, cada vez más abstractas, cada vez menos objetivas, que ya no estaban tan centradas en escenarios o lugares de EE.UU.
En Mural, Jackson Pollock resume muchas de las influencias artísticas que había recibido desde sus inicios, como su admiración por los muralistas mexicanos y, en parte, por el artista vivo más célebre de aquel momento: Pablo Picasso. Había visto en Nueva York el Guernica, que le causó una honda impresión que afloró en trabajos como este gran lienzo, que Peggy Guggenheim donó al University of Iowa Museum of Art.
Pollock y Picasso
El Guernica y sus estudios subyugaron a Pollock. En dibujos y al menos en dos pequeñas pinturas abordó motivos específicos de esa obra de Picasso. Lee Krasner, artista y mujer de Pollock, en una entrevista de 1969, afirmó: “no cabe ninguna duda de que admiraba a Picasso y al mismo tiempo competía con él, quería superarle”. Narra que un día, cuando Pollock y ella aún vivían en Nueva York, oyó caer algo en el estudio y a continuación Pollock gritó: “¡Maldita sea, a este tío no se le escapó nada!”. Cuando Krasner fue a ver qué había pasado, le encontró mirando al vacío y un libro de Picasso tirado en el suelo.
Jackson Pollock vio por vez primera el Guernica de Picasso en 1939 en la exposición de la galería Valentine y más tarde, en noviembre de ese mismo año, en la retrospectiva dedicada a Picasso en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), en donde desde 1944 permanece en depósito hasta su traslado definitivo a España en 1981.
Además de a Picasso, Pollock admiró la obra de otros grandes creadores presentes en el arte español, como Joan Miró o El Greco. De este último le llamaba poderosamente la atención la intensidad espiritual de sus obras, pues creía que para que el arte fuera verdaderamente poderoso, tenía que trascender y mediar para que brotaran emociones más profundas.
Jackson Pollock
Jackson Pollock nació en Cody, Wyoming, en 1912 y creció en California. Desde su adolescencia sintió interés por el arte. En 1930 se traslada a Nueva York, en donde como muchos artistas que crecieron en los años de la Depresión y de la Segunda Guerra Mundial, fue educado en el Regionalismo o la representación realista de escenas y tipos del Medio Oeste americano. También se interesó por los principales movimientos del arte moderno europeo, como el Surrealismo, que le lleva a profundizar en la idea del arte como expresión de la mente inconsciente y posteriormente llegar a la Abstracción.
En Nueva York también conoce y admira el trabajo de los muralistas mexicanos David A. Siqueiros y José C. Orozco que participaban junto a él en un programa federal para artistas y allí también tiene la oportunidad de ver al pintor Diego Rivera mientras éste realiza el mural para el edificio del Rockefeller Center. A comienzos de los años cuarenta conoce a su compañera y futura esposa, la también artista Lee Krasner, quien le ayudará a centrar su energía en la pintura.
La realización en 1943 de Mural para Peggy Guggenheim es un punto de inflexión en su carrera, pues además de suponerle el reconocimiento dentro del mundo artístico, entrañó una evolución desde la figuración pictórica hacia el expresionismo abstracto, considerado hoy como el primer movimiento genuinamente estadounidense del siglo XX y exponente de la libertad de EE.UU. La obra fue precursora de la técnica que cuatro años más tarde se convertiría en la más conocida de este artista: el dripping o técnica del vertido.
Pollock comenzó a realizar drip paintings tras contraer matrimonio con Krasner en 1945 y mudarse desde Manhattan a Long Island. Este cambio de residencia coincide con un cambio en su estilo y el nacimiento del trabajo que le dio su máximo reconocimiento y fama. Sus drippings consistían en verter o hacer gotear la pintura sobre un lienzo –generalmente de grandes dimensiones- colocado en plano sobre el suelo de su estudio. Este método fomentaba un tipo de línea presentida, que ya no indicaba el borde de un plano, sino una especie de “lugar” ópticamente impreciso.
A comienzos de los años cincuenta ya se había convertido en un icono cultural durante la guerra fría en Norteamérica, siendo el máximo representante de lo que se llamó action painting o pintura en acción, que apostaba por la energía del proceso pictórico frente a una aplicación cuidadosa con el pincel. En 1956, el MoMA preparaba una gran retrospectiva de su obra, que se convertirá en un gran homenaje tras su muerte ese mismo agosto en un accidente de coche, a los 44 años.
La energía hecha visible
Comisariada por David Anfam, Senior Consulting Curator del Clyfford Still Museum de Denver (EE.UU), y organizada por el University of Iowa Museum of Art, la exposición Mural. Jackson Pollock. La energía hecha visible mostró por primera, y quizás última vez en España, este monumental lienzo, que viajó a Europa tras un periodo de dos años en el que fue restaurada en el Getty Conservation Institute de Los Angeles. Mural llegó al Museo Picasso tras ser exhibida en la Peggy Guggenheim Collection de Venecia y en la Deutsche Bank Kunsthalle de Berlín. Continuó su periplo mostrándose en la exposición Abstract Expressionism de la Royal Academy of Arts de Londres.
En torno a Mural, la exposición reunió una selección de 41 obras, entre las que se encontraron una selección de pinturas de Pollock, así como obra de otros creadores como Adolph Gottlieb, Lee Krasner, Roberto Matta, Robert Motherwell, David Reed, Antonio Saura, Charles Seliger, David Smith, Frederick Sommer, Juan Uslé y Andy Warhol. Entre las obras expuestas se mostró una selección de fotografías de autores como Herbert Matter, Barbara Morgan, Aaron Siskind and Gjon Mili, que indagaron en la relación entre la obra de Pollock y la denominada fotografía de acción.
De esta forma, el Museo Picasso Málaga volvió a abordar las variables en clave de antagonismos o efectos que la obra de Pablo Picasso manifiesta en artistas de generaciones posteriores, desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad. Continuó así con la línea expositiva iniciada con las exposiciones como las de Bill Viola (2010), Martin Kippenberger (2011), Richard Prince (2012) o Louise Bourgeois (2015), reseñada por los críticos como una de las mejores exposiciones en España de 2015.
Exposición organizada por The University of Iowa Museum of Art en colaboración con el Museo Picasso Málaga
La exposición
«Desde la invención del cubismo en París, la pintura occidental no ha acometido ninguna renovación tan fundamental como la que ha llegado de las manos de media docena de americanos que llevan algún tiempo trabajando en Nueva York […]»