02/02/201517/05/2015
Movimientos y secuencias
Colección
A principios del siglo XX, Picasso ya vivía en París, que se había constituido en centro internacional del arte en un momento en el que comenzaban a democratizarse las nuevas máquinas inventadas en el siglo anterior, como el automóvil, la cámara de fotografía o el avión, lo que afectó a los modos de vida en las metrópolis modernas. El cine logró grabar y reproducir por primera vez imágenes en movimiento. La velocidad en el desplazamiento de personas, mercancías e imágenes influyó en la vida y en la visión del mundo. El movimiento se convirtió en protagonista de la historia y los episodios de la cultura se produjeron en secuencias tan intensas como breves. Las vanguardias aparecieron con la misma velocidad con la que pronto se desvanecerían.
Atento al espíritu revolucionario de aquella época de cambios, Pablo Picasso aplicó en su pintura insólitos efectos formales. Esta táctica de trasgresión le permitió hacer coincidir en una misma imagen elementos inarmónicos entre sí, de manera que la obra resultante desestabilizaba la idea del significado estático. La obra cubista desafiaba las convenciones pictóricas del espacio, de la belleza y del tiempo proponiendo nuevas posibilidades de representación. El artista ya no estaba obligado a representar el mundo: podía inventarlo.
Temas convencionales en la historia moderna de la pintura europea como el desnudo o la naturaleza muerta fueron revisados sistemáticamente por Pablo Picasso a partir de 1906 dibujando composiciones cada vez más fragmentadas. El creador retaba al espectador a percibir la obra artística como una construcción compuesta por secuencias de formas geométricas elementales. Así se unían diferentes ángulos de vista en una misma superficie plana facetada anunciando el nacimiento del cubismo.
Sin embargo, fiel a su compromiso con la libertad del creador, Picasso siempre estuvo por encima de ismos y escuelas. En su obra alternó constantemente estilos durante la década de los años diez. Así, mientras la abstracción llegaba por ejemplo a la fotografía, como sucedió en la obra del norteamericano Paul Strand, o al cine en las películas experimentales del germano Hans Richter, Picasso se interesaba por las formas clásicas mediterráneas o por los pintores del Renacimiento, recreando en la modernidad estereotipos de la Italia antigua, en lo que se llamó un “retorno al orden” que fue muy criticado por los representantes del futurismo italiano o los dadaístas germanos.
La exposición
Movimientos y secuencias reúne un conjunto de dibujos y grabados realizados por Pablo Picasso entre los años 1906 y 1925. Se trata de 30 obras de la colección del MPM, además de una escultura de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso (FABA) en préstamo de larga duración, y un óleo del Museu Picasso de Barcelona. Esta selección dialoga con trabajos de otros autores coetáneos en el tiempo, como María Blanchard, Georges Braque, André Derain, Federico García Lorca, Ismael González de la Serna, Joan Miró, Joaquín Peinado, José Moreno Villa y Jacques Villon entre otros, así como con obras del fotógrafo Paul Strand y del pintor y cineasta Hans Richter.
Además, la documentación bibliográfica de escritores como Guillaume Apollinaire o Ramón Gómez de la Serna atestigua la importancia que tuvo la palabra escrita en la constitución del gusto artístico del momento. La yuxtaposición con películas, objetos científicos, máquinas de ver, información escrita y documentación variada evoca el afán investigador y el espíritu experimentador de entonces, en un montaje expositivo que acerca la noción de museo de arte al de museo de civilización.
La exposición se divide en cinco ambientes complementarios con la intención de relacionar esta selección de obras de Picasso, actualmente en la Colección de la pinacoteca, con asuntos debatidos en las primeras décadas del siglo XX: el profundo cambio en la percepción de la naturaleza que provocaron los avances científicos como el cine, la automoción, la aviación; la influencia de Picasso en el grupo de artistas españoles que conformaron la llamada Escuela de París y en la llegada del cubismo a España; la diversificación de la mirada de los pintores modernos de la figura femenina afectada por la popularización de la fotografía; la dialéctica entre arte abstracto y arte figurativo; y las renovadas vinculaciones que los artistas de su generación ofrecieron entre cultura ilustrada y cultura popular.
Comisariada por José Lebrero, director artístico del Museo Picasso Málaga, esta muestra desarrolla un modelo de exhibición abierto, que apuesta por una manera de mirar cercana a la antropología, aventurando al visitante en un mapa cognitivo que marca conceptos, ideas y pequeñas cápsulas de información que sirven para comprender el escenario en el que estas obras de arte fueron creadas.